viernes, 31 de enero de 2014

The day of the rope

Yo también estaba pensando en la muerte esa mañana, sabes?
cuando supe el cuento de la cuerda, no podía quitarme de encima esa sensación de que todo está conectado

te mueres, y tu loco amor muere contigo
porque claro que escuché las historias
antes de conocer tu rostro
todos sabíamos de tu amor loco y nocivo
de como te robabas los nombres
y sabes? creo que todos te tenían un poco de envidia
creo que todos querían  ser amados hasta el suicidio
creo sobre todo,  que un poco dentro de cada uno
lo que en realidad querían era ser ellos quienes amaran hasta la desgracia

sabes? no eres el único poeta loco que he conocido
nos incentivan a estar un poco del otro lado
un poco fuera de la línea
y se les olvida
que estar loco mata

Nadie nos invita a ser felices
nadie nos regala un suéter
te mueres, y tu loco amor muere contigo

no eres el único poeta loco que he conocido
no eres, siquiera, el único poeta loco al que le he dicho que lo amo
pero quizás ahora te lo digo en serio
quizás ahora comience a decirlo en serio
ahora que quiero pedirte
que no te vuelvas un ejemplo
que no te los lleves a todos contigo
que sea tu silencio el sacrificio
por las vidas de todos los otros

viernes, 24 de enero de 2014

Leer a Vila-Matas me hace pensar en la muerte


Dice Vila-Matas que
Una conspiración de silencio se encargo de ocultar la locura de Sócrates 
Una conspiración de silencio sería lo peor que podría haber en mi contra,
ya lo decía Oscar Wilde:
"lo único peor a que hablen mal de uno es que no hablen de uno"
Yo se bien que moriré el día que callen las voces que me nombran
Quizás me de un infarto fulminante, quizás me pase por encima un doble-semi-remolque
pero yo sabré que fue el silencio lo que acabó conmigo
y si mi muerte es lo suficientemente cómica  o lo suficientemente trágica, por un segundo me dará consuelo saber que volveré a la boca de todos
que es el lugar donde mejor habito

miércoles, 15 de enero de 2014

Escribir que no se puede escribir también es escribir (reflexiones en torno al libro que leo para que no se me olvide que lo leo)

Todos conocemos a los bartlebys, son esos seres en los que habita una profunda negación del mundo.
Pienso en uno particularmente, uno que acomodaba las palabras en su mente como si desarrollara formulas matemáticas cuyo resultado finalmente le parecía trivial, e indigno, y acababa no escribiendo nada. Pasaba todo el día inmóvil desarrollando estas operaciones poético-físicas de las que nunca hubo ni habrá evidencia. 

Hace tiempo ya que rastreo el amplio espectro del síndrome de Bartleby en la literatura, hace tiempo que estudio la enfermedad, el mal endémico de las letras contemporáenas, la pulsión negativa o la atracción por la nada.
Yo no lo rastreo, lo padezco vergonzosamente, doy patadas de ahogado para no hundirme en el total silencio pero el hecho es que  no escribo. Traduzco, finjo que escribo, sueño que escribo, pero no escribo una sola palabra digna.


Sólo de la pulsión negativa, solo de laberinto del No puede surgir la escritura por venir.
Pienso que Vila-Matas una vez más le dio al clavo. Pienso en esos jóvenes escritores que se hacían llamar poetas en las fiestas y llenaron la literatura de su porquería, y pienso en esos otros, (de los que seguramente hablaba  Bolaño) que renunciaron al título, que dejaron de escribir cuando se dieron cuenta de que todo estaba podrido, que se guardaron en el rincón de la edición o la corrección de estilo.  Pienso que en ellos estaba la literatura de mi generación, en ellos está la literatura de mi generación,  negada, escondida, sellada, y esta vez no hay  Pandora que abra la caja.

Copian, transcriben escrituras que los atraviesan como una lámpara transparente. No enuncian nada especial. No intentan modificar.
En esta frase casi pensé que hablaba de los malos traductores.

Vila-Matas cuenta la consabida historia de que Rulfo, cuando le preguntaban porque dejó de escribir decía: 'Es que se murió el Tío Celerino, que era el que me contaba las historias'. Dice también Vila-Matas que el pretexto de Rulfo para no escribir es su favorito de entre los pretextos de los escritores del No.  Pero yo creo que él entendió mal todo. Yo creo que Rulfo (como ya Vila-Matas sospecha) era un genio-copista pero estoy segura de que el Tío Celerino no es ningún pretexto y que el único y genuino escritor del No era precisamente el tío, que nunca escribió nada, que seguramente se negaba a hacerlo, y de quien no sabríamos nada de no ser por el gran plagiario de su sobrino.

El narrador del libro se reconcilia con la labor de copista, y al mismo tiempo yo me perdono un poco ser traductor porque 'Ser copista, además, es tener el honor de pertenecer a la constelación Bartleby'. Yo también soy un Bartleby...

hasta aquí por hoy






sábado, 5 de octubre de 2013

Mi educación comunista

Mi mamá no me decía que era lista, sino para puntualizar que había hecho alguna pendejada. Así decía 'como alguien tan listo puede hacer tantas pendejadas', y así yo sabía que yo era lista... pero incapaz de poner  mi astucia en práctica.

Mi mamá no es tan mal hablada como las demás mujeres de la familia, a lo mejor por eso sus 'pendejadas' me sabían tan amargas. Pintarme las uñas de azul, copiar en un examen de matemáticas, querer ir al cine sola con mis amiguitas los viernes, todo eran pendejadas. Y con los años se volvieron peores. Emborracharme, reprobar, irme de la casa a los 18.

Hay que darle crédito, gracias a esa educación férrea, nunca tomo una decisión sin estar absolutamente segura de que es rotundamente equívoca...

Cuando yo tenía 13 años, mi mamá y mi hermana mayor (que creció en la URSS así que no hay que culparla) me dijeron que mi inteligencia le pertenecía al Estado. Yo no sé si a esa edad yo sabía que era el Estado, pero alguna idea he de haber tenido porque el subcomandante Marcos ya estaba de moda. Y debió darme mucha angustia ya desde entonces, esta noción de retribución patriótica de la que fui a entender muy poco años más tarde, estudiando en una Facultad conocida por su 'militancia'.

Tampoco nadie me ha aclarado si mi inteligencia le pertenece al Estado Mexicano o a la Federación Rusa, teniendo dos nacionalidades como al parecer tengo, y tampoco sé que quiere el Estado con mi inteligencia, de la que además ya habíamos establecido que no sirve para nada.

Hay algo que mi madre no me reprochó nunca (y hasta ahora tampoco el Estado): Haber estudiado literatura. Mi madre, una de esas mujeres de su generación que se hicieron a si mismas a base de un feminismo fúrico (que no iracundo) ahora tan malentendido, sólo respetaba dos cosas: a su propia madre y a los libros. Y como única y edípica respuesta, yo crecí  adorando ambas cosas.

Yo amé así a mi madre, despreciando todo lo que a ella le parecía importante para sus hijas, los estudios,  el crecimiento profesional, la institución familiar...
Pero amando en lo más hondo a sus dos grandes paradigmas, la literatura y mi abuela (que en mi confundida mente infantil se hicieron una sola entidad ahora inseparable).

Así que estudié literatura y no amé a ningún hombre, (porque yo pensaba que eso era ser feminista) y pensé que cuando fuera grande el Estado y mi madre estarían orgullosos de mí y me darían las gracias por mis palabras (que por supuesto no sabía yo cuales eran pero sospechaba que llegarían un día y significarían todo)

Así que estudié literatura y nadie me lo reprochó nunca, salvo yo misma, porque si hay algo que me ha roto el corazón una y otra vez son las palabras, y si hay algo que claramente no se utilizar son las palabras, y si hay algo que sirve de medio a las pendejadas son las palabras y si hay algo que no le devolverá nada a nadie, ni le retribuirá nada a mi madre, ni me dará consuelo son mis palabras

Por eso mismo, y por mi educación comunista, este texto no le pertenece a nadie, y no termina nunca















sábado, 7 de septiembre de 2013

Visit Sayulita VIII-bis (paréntesis y punto final)

Crecí pensando que tenía un cuerpo torpe y débil y una mente capaz de llevarme a cualquier parte. Pero de un tiempo para acá me doy cuenta de que es mi cuerpo el que podría soportar cualquier cosa y mi mente la que me traiciona, con su capacidad de llevarme a los lugares más siniestros.

Mi cuerpo en cambio,  lo recibe todo, igual que lo deja ir.

Visit Sayulita VIII

Dejé 'olvidado' un vestido que ya es más bien un trapo y que he tenido por más de diez años. Me cuesta trabajo dejarlo aunque ya no le queda nada de prenda, porque todos los hombres que he amado me han visto con él: arreglada cuando todavía era bonito, y casi como pijama cuando dejó de serlo.

Dejo también los tenis que destruí esta semana en ida y vuelta de la playa y como tres kilos de piel, que me arrancó el sol tan de raíz que pensé que se iba a caer con todo y mis lunares, y con ellos, mi identidad. Pero debajo de la piel perdida sigo siendo una mujer lunar.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Visit Sayulita VII

Justo cuando empiezo a sentirme parte de todo, se hace tiempo de irme. Me gusta como el aire siempre huele a jugo de frutas y a una otra cosa que me parece conocida pero no logro ubicar. Como si me recordara algo de lo que no quisiera acordarme realmente. Me gusta la lluvia porque levanta y revuelve los aromas, aunque las gotas sobre el agua suenan como pasos furtivos y casi asustan en la noche. 

A pesar de que he hecho muchas cosas, siento que me quedaron muchas cosas por hacer. Me consuela saber que hice lo que vine hacer: hacer yoga y tener una revelación. De hecho tuve dos, la primera es que extraño ser parte de algo, como lo era en los tiempos en que escribía de veras y tomaba parte en muchas cosas. La segunda es que debo dejar mi trabajo. 

Haciendo yoga me sorprende ya no sentirme como una principiante, darme cuenta de que, en efecto, ya no soy una principiante. Sé que posturas puedo hacer y cuáles no, y se cual es el problema en las que se me dificultan. También se que posturas a las que aún no llego ya estoy lista para intentar y sé cuáles me quedan todavía muy lejos. Pero ya ninguna me asusta. Entiendo mejor el yoga, y me entiendo mejor a mí en él. 

Si no hiciera yoga quizás no habría intentado hacer remo ni surf, pero el yoga me ha enseñado a confiar más en mi cuerpo y a encontrar placeres en él que no conocía (además de los sexuales, en los que también ayuda). 

De regreso en mi hotel me acordé de S. y pensé que yo también sufriría si estuviera enamorado de dos mujeres, y seguramente yo en su lugar tampoco querría renunciar a ninguna, pero pediría por la sabiduría para reconocer cual es la que me ama de vuelta. 


Después del surf me volvió mi obsesión con ir a Australia y pensé que Marco estaría decepcionado de saber que ya se me estaba olvidando ese asunto. Pero ahora, ya sin Marco, ¿quién me va a cantar 'Leaving on a Jetplane' antes de volar?

lunes, 2 de septiembre de 2013

Visit Sayulita VI-bis (paréntesis en servilleta)

Me gustan los pueblos costeros donde la gente muestra su carne sin mayor ceremonia. En mi ciudad, la demasiada piel es una afrenta y ningun calor asfáltico la justifíca.

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El mes termina sin nuevas noticias. Empieza agosto, el mes de mi cumpleaños. Y odio a mis amigos ateos (y a mi propio escepticismo) porque sus voces en mi cabeza no me permiten creer que el universo me llenará de regalos sólo porque mi horóscopo lo dice.



jueves, 29 de agosto de 2013

Visit Sayulita VI

Después de un par de tropiezos (con el clima principalmente) volví al mar. Me gustó un feo de cabello chino y sonrisa familiar que eventualmente se acercó a hablarme. Descubrí que la familiaridad de su sonrisa se debía a que ya la había visto varias veces en el callejón de los artesanos.

Todo estuvo muy bien hasta que se levantó del agua para acomodarse el cabello y su gesto y su risa torcida me recordaron dolorosamente a Germán y su media sonrisa.

Me despedí y salí del agua.

Luego me preguntaba como hace la gente que lo deja todo y se muda a un lugar a empezar de cero para de veras empezar de cero, soltar el pasado y llenarse de gente nueva y amigos nuevos. Justo eso pensaba cuando de pronto ya estaba sentada en medio del instructor de remo y el desconocido de la bicicleta, hablando de surf. Así que supongo que es justo así que un día los desconocidos se vuelven alguien más a quien nos debemos otro poco.

Supongo que podría, después de todo, dejarlo todo y empezar de cero... Además hoy me ofrecieron trabajo y matrimonio. Hace tiempo que nadie en la ciudad me hace esas ofertas, quizás debería aceptarlas sin pensar mucho... por lo pronto no me he negado.

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Este debe ser un viaje de buen agüero, porque no recuerdo cual fue la última vez que fui al mar.

Hago yoga y toda la angustia de las horas pasadas se desvanece. Por fin siento el cansancio en los músculos de los brazos y en los huesos de la espalda. Casi todas las clases han sido en inglés y me gusta cuando mi maestra dice 'Feel the fire'. A pesar del cansancio, (o quizá debido a él) las últimas clases he sentido el fuego de mi intento fluir y arder en mi interior, y el agua de mi sudor escurrir y bañar mi exterior. Es delicioso estar haciendo una postura complicada  y sentir la brisa marina como un consuelo, como un soplido de Brahma.

Alcanzar posturas que antes me parecían imposibles se siente como un gran logro, una medalla en un camino de deméritos, se siente como un alivio.

Nunca había sentido mis piernas tan firmes y tan ancladas a la tierra como ahora. Quizás es un aviso de una nueva etapa, más centrada, en la que daré pasos y tomaré decisiones sin titubeos. Un pie delante de otro, enterrado en el suelo, y los brazos de Garuda extendidos al sol.

Cada Om es distinto, pero todos hacen uno.

domingo, 25 de agosto de 2013

Visit Sayulita V-bis (tardes sin medicina)

Hoy aprendí el mudra de la autoconfianza en yoga, y que Garuda era el ave que llevaba a los yoguis al paraíso. Fui una de esas yo misma, tuve una en mi cuerpo y quise que otra una viniera por mi. Me siento bien en las clases pero a veces dudo de estar haciendo  las cosas bien, sobre todo porque con el calor me cuesta más trabajo pero no me siento tan cansada como esperaría. Quizás es que entre el sol y la playa no me he enfriado por completo y el cansancio llegará como cubetada de sopa caliente cuando vuelva a la ciudad.

En la noche Sayulita me invade una sensación de soledad que no me es ajena y pienso por un segundo que extraño a mis amigos. Pero de inmediato me doy cuenta de que no, de que lo pienso por pensar cualquier cosa. La verdad es que no los extraño, no les imagino un lugar en este viaje que es mío, ni tengo tanto que contarles a mi vuelta que haga urgente verlos. La soledad que tengo la he tenido siempre, la misma que me hace pensar a veces que estoy afuera de todo  y que no solo estoy perdiendo la batalla contra mi cabeza sino que esa misma batalla no es más que una ilusión más, a través de la cual mi mente conserva el dominio.

Me pregunto si mi soledad es la de todos y responderme que si, no me consuela, al contrario, me asusta pensar que a mi me es tan difícil lidiar con algo que todos los demás dan por sentado: Que estamos solos en el espacio y el tiempo. O quizás es un gran secreto y solo yo lo se absolutamente cierto y por eso me abandono más que otros. Confieso que mi soledad es absurda porque aunque la siento no hay una persona de entre los míos que quisiera estuviera a mi lado en este momento, aunque quizás si hay algunas que quisiera estuvieran conmigo cuando regrese.

Me gustan los desconocidos sayulitecas, una sonrisa y el grito en bicicleta de 'turista' bastan por un momento. Quisiera que las personas en mi vida tuvieran siempre el mismo efecto pero a veces creo que tienen justo el contrario, o quizás solo soy yo que le doy a las voces de mi cabeza forma de personas cuando me gritan 'turista' 'extranjera' 'ajena'. Y así es como se que mi cabeza lleva la delantera una vez más. Debe ser eso, y quizás no extraño a mis amigos y no tenga algunos pero ¿a quien le estoy escribiendo esto si no...?


lunes, 19 de agosto de 2013

Visit Sayulita V

Bitácora del Capitán. Día 5.

El yoga en el calor es diferente y me gusta. Me siento más flexible aunque menos resitente (unas por otras I guess). Hoy me salió una postura que nunca había podido hacer, y después de eso pude repetirla una y otra vez como si me hubiera sido natural siempre. Dediqué la práctica de hoy igual que hice con mis meditaciones en el retiro con el Centro Budista. Me siento bien y huelo a peras, pero no deja de llover desde la madrugada y eso no me gusta nada. (Sigo esperando la buena noticia)


Un instructor de surf y remo (el menos agraciado de todos) me llevó a una bahía apartada donde no había nada más que piedras y pelícanos y después de decirme que soy bonita con el menor ingenio o tacto posibles me prometió amarme y cuidarme hasta la vejez. Me dieron ganas de creerle aunque fuera feo, pero sobre todo me dieron ganas de que cualquier otro de los instructores me dijera la misma mentira. 


Se me ocurrió un cuento, acerca de un pueblo (muy parecido a este) donde el verdadero negocio y el verdadero atractivo turístico fuera que los más sensuales surfistas sedujeran a las gringas promedio, claro, -sin que éstas supieran que todo era una estrategia mercantil- para que así se corriera la voz de que ese pueblo (muy parecido a este y quizás con el mismo nombre) era un lugar para enamorarse y mujeres de todo el globo vinieran con la esperanza de ser seducidas por un hombre marcado como mapa y dorado como pez. Y el sueño se cumpliría siempre  y el turismo seguiría  llegando y el dinero seguiría entrando y el rumor se seguiría esparciendo y Sayulita (que se llamara el pueblo) sería la tierra del amor disfrazado de fraude. 


Habría que rotar a los surfistas edecarnes para evitar encuentros incómodos o intentos de segundas visitas que concidieran con una nueva clientela y sobre todo para evitar el desgaste, porque  enamorar y enamorarse cada vez, sería tarea difícil. Pero bien llevado y con una matrona organizada a cargo, todo podría salir muy bien (quizás lo que se me ocurrió no fue un cuento, sino una empresa) 


El sol no sale, pero creo que nadaré de todos modos.