sábado, 5 de octubre de 2013

Mi educación comunista

Mi mamá no me decía que era lista, sino para puntualizar que había hecho alguna pendejada. Así decía 'como alguien tan listo puede hacer tantas pendejadas', y así yo sabía que yo era lista... pero incapaz de poner  mi astucia en práctica.

Mi mamá no es tan mal hablada como las demás mujeres de la familia, a lo mejor por eso sus 'pendejadas' me sabían tan amargas. Pintarme las uñas de azul, copiar en un examen de matemáticas, querer ir al cine sola con mis amiguitas los viernes, todo eran pendejadas. Y con los años se volvieron peores. Emborracharme, reprobar, irme de la casa a los 18.

Hay que darle crédito, gracias a esa educación férrea, nunca tomo una decisión sin estar absolutamente segura de que es rotundamente equívoca...

Cuando yo tenía 13 años, mi mamá y mi hermana mayor (que creció en la URSS así que no hay que culparla) me dijeron que mi inteligencia le pertenecía al Estado. Yo no sé si a esa edad yo sabía que era el Estado, pero alguna idea he de haber tenido porque el subcomandante Marcos ya estaba de moda. Y debió darme mucha angustia ya desde entonces, esta noción de retribución patriótica de la que fui a entender muy poco años más tarde, estudiando en una Facultad conocida por su 'militancia'.

Tampoco nadie me ha aclarado si mi inteligencia le pertenece al Estado Mexicano o a la Federación Rusa, teniendo dos nacionalidades como al parecer tengo, y tampoco sé que quiere el Estado con mi inteligencia, de la que además ya habíamos establecido que no sirve para nada.

Hay algo que mi madre no me reprochó nunca (y hasta ahora tampoco el Estado): Haber estudiado literatura. Mi madre, una de esas mujeres de su generación que se hicieron a si mismas a base de un feminismo fúrico (que no iracundo) ahora tan malentendido, sólo respetaba dos cosas: a su propia madre y a los libros. Y como única y edípica respuesta, yo crecí  adorando ambas cosas.

Yo amé así a mi madre, despreciando todo lo que a ella le parecía importante para sus hijas, los estudios,  el crecimiento profesional, la institución familiar...
Pero amando en lo más hondo a sus dos grandes paradigmas, la literatura y mi abuela (que en mi confundida mente infantil se hicieron una sola entidad ahora inseparable).

Así que estudié literatura y no amé a ningún hombre, (porque yo pensaba que eso era ser feminista) y pensé que cuando fuera grande el Estado y mi madre estarían orgullosos de mí y me darían las gracias por mis palabras (que por supuesto no sabía yo cuales eran pero sospechaba que llegarían un día y significarían todo)

Así que estudié literatura y nadie me lo reprochó nunca, salvo yo misma, porque si hay algo que me ha roto el corazón una y otra vez son las palabras, y si hay algo que claramente no se utilizar son las palabras, y si hay algo que sirve de medio a las pendejadas son las palabras y si hay algo que no le devolverá nada a nadie, ni le retribuirá nada a mi madre, ni me dará consuelo son mis palabras

Por eso mismo, y por mi educación comunista, este texto no le pertenece a nadie, y no termina nunca















sábado, 7 de septiembre de 2013

Visit Sayulita VIII-bis (paréntesis y punto final)

Crecí pensando que tenía un cuerpo torpe y débil y una mente capaz de llevarme a cualquier parte. Pero de un tiempo para acá me doy cuenta de que es mi cuerpo el que podría soportar cualquier cosa y mi mente la que me traiciona, con su capacidad de llevarme a los lugares más siniestros.

Mi cuerpo en cambio,  lo recibe todo, igual que lo deja ir.

Visit Sayulita VIII

Dejé 'olvidado' un vestido que ya es más bien un trapo y que he tenido por más de diez años. Me cuesta trabajo dejarlo aunque ya no le queda nada de prenda, porque todos los hombres que he amado me han visto con él: arreglada cuando todavía era bonito, y casi como pijama cuando dejó de serlo.

Dejo también los tenis que destruí esta semana en ida y vuelta de la playa y como tres kilos de piel, que me arrancó el sol tan de raíz que pensé que se iba a caer con todo y mis lunares, y con ellos, mi identidad. Pero debajo de la piel perdida sigo siendo una mujer lunar.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Visit Sayulita VII

Justo cuando empiezo a sentirme parte de todo, se hace tiempo de irme. Me gusta como el aire siempre huele a jugo de frutas y a una otra cosa que me parece conocida pero no logro ubicar. Como si me recordara algo de lo que no quisiera acordarme realmente. Me gusta la lluvia porque levanta y revuelve los aromas, aunque las gotas sobre el agua suenan como pasos furtivos y casi asustan en la noche. 

A pesar de que he hecho muchas cosas, siento que me quedaron muchas cosas por hacer. Me consuela saber que hice lo que vine hacer: hacer yoga y tener una revelación. De hecho tuve dos, la primera es que extraño ser parte de algo, como lo era en los tiempos en que escribía de veras y tomaba parte en muchas cosas. La segunda es que debo dejar mi trabajo. 

Haciendo yoga me sorprende ya no sentirme como una principiante, darme cuenta de que, en efecto, ya no soy una principiante. Sé que posturas puedo hacer y cuáles no, y se cual es el problema en las que se me dificultan. También se que posturas a las que aún no llego ya estoy lista para intentar y sé cuáles me quedan todavía muy lejos. Pero ya ninguna me asusta. Entiendo mejor el yoga, y me entiendo mejor a mí en él. 

Si no hiciera yoga quizás no habría intentado hacer remo ni surf, pero el yoga me ha enseñado a confiar más en mi cuerpo y a encontrar placeres en él que no conocía (además de los sexuales, en los que también ayuda). 

De regreso en mi hotel me acordé de S. y pensé que yo también sufriría si estuviera enamorado de dos mujeres, y seguramente yo en su lugar tampoco querría renunciar a ninguna, pero pediría por la sabiduría para reconocer cual es la que me ama de vuelta. 


Después del surf me volvió mi obsesión con ir a Australia y pensé que Marco estaría decepcionado de saber que ya se me estaba olvidando ese asunto. Pero ahora, ya sin Marco, ¿quién me va a cantar 'Leaving on a Jetplane' antes de volar?

lunes, 2 de septiembre de 2013

Visit Sayulita VI-bis (paréntesis en servilleta)

Me gustan los pueblos costeros donde la gente muestra su carne sin mayor ceremonia. En mi ciudad, la demasiada piel es una afrenta y ningun calor asfáltico la justifíca.

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El mes termina sin nuevas noticias. Empieza agosto, el mes de mi cumpleaños. Y odio a mis amigos ateos (y a mi propio escepticismo) porque sus voces en mi cabeza no me permiten creer que el universo me llenará de regalos sólo porque mi horóscopo lo dice.



jueves, 29 de agosto de 2013

Visit Sayulita VI

Después de un par de tropiezos (con el clima principalmente) volví al mar. Me gustó un feo de cabello chino y sonrisa familiar que eventualmente se acercó a hablarme. Descubrí que la familiaridad de su sonrisa se debía a que ya la había visto varias veces en el callejón de los artesanos.

Todo estuvo muy bien hasta que se levantó del agua para acomodarse el cabello y su gesto y su risa torcida me recordaron dolorosamente a Germán y su media sonrisa.

Me despedí y salí del agua.

Luego me preguntaba como hace la gente que lo deja todo y se muda a un lugar a empezar de cero para de veras empezar de cero, soltar el pasado y llenarse de gente nueva y amigos nuevos. Justo eso pensaba cuando de pronto ya estaba sentada en medio del instructor de remo y el desconocido de la bicicleta, hablando de surf. Así que supongo que es justo así que un día los desconocidos se vuelven alguien más a quien nos debemos otro poco.

Supongo que podría, después de todo, dejarlo todo y empezar de cero... Además hoy me ofrecieron trabajo y matrimonio. Hace tiempo que nadie en la ciudad me hace esas ofertas, quizás debería aceptarlas sin pensar mucho... por lo pronto no me he negado.

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Este debe ser un viaje de buen agüero, porque no recuerdo cual fue la última vez que fui al mar.

Hago yoga y toda la angustia de las horas pasadas se desvanece. Por fin siento el cansancio en los músculos de los brazos y en los huesos de la espalda. Casi todas las clases han sido en inglés y me gusta cuando mi maestra dice 'Feel the fire'. A pesar del cansancio, (o quizá debido a él) las últimas clases he sentido el fuego de mi intento fluir y arder en mi interior, y el agua de mi sudor escurrir y bañar mi exterior. Es delicioso estar haciendo una postura complicada  y sentir la brisa marina como un consuelo, como un soplido de Brahma.

Alcanzar posturas que antes me parecían imposibles se siente como un gran logro, una medalla en un camino de deméritos, se siente como un alivio.

Nunca había sentido mis piernas tan firmes y tan ancladas a la tierra como ahora. Quizás es un aviso de una nueva etapa, más centrada, en la que daré pasos y tomaré decisiones sin titubeos. Un pie delante de otro, enterrado en el suelo, y los brazos de Garuda extendidos al sol.

Cada Om es distinto, pero todos hacen uno.

domingo, 25 de agosto de 2013

Visit Sayulita V-bis (tardes sin medicina)

Hoy aprendí el mudra de la autoconfianza en yoga, y que Garuda era el ave que llevaba a los yoguis al paraíso. Fui una de esas yo misma, tuve una en mi cuerpo y quise que otra una viniera por mi. Me siento bien en las clases pero a veces dudo de estar haciendo  las cosas bien, sobre todo porque con el calor me cuesta más trabajo pero no me siento tan cansada como esperaría. Quizás es que entre el sol y la playa no me he enfriado por completo y el cansancio llegará como cubetada de sopa caliente cuando vuelva a la ciudad.

En la noche Sayulita me invade una sensación de soledad que no me es ajena y pienso por un segundo que extraño a mis amigos. Pero de inmediato me doy cuenta de que no, de que lo pienso por pensar cualquier cosa. La verdad es que no los extraño, no les imagino un lugar en este viaje que es mío, ni tengo tanto que contarles a mi vuelta que haga urgente verlos. La soledad que tengo la he tenido siempre, la misma que me hace pensar a veces que estoy afuera de todo  y que no solo estoy perdiendo la batalla contra mi cabeza sino que esa misma batalla no es más que una ilusión más, a través de la cual mi mente conserva el dominio.

Me pregunto si mi soledad es la de todos y responderme que si, no me consuela, al contrario, me asusta pensar que a mi me es tan difícil lidiar con algo que todos los demás dan por sentado: Que estamos solos en el espacio y el tiempo. O quizás es un gran secreto y solo yo lo se absolutamente cierto y por eso me abandono más que otros. Confieso que mi soledad es absurda porque aunque la siento no hay una persona de entre los míos que quisiera estuviera a mi lado en este momento, aunque quizás si hay algunas que quisiera estuvieran conmigo cuando regrese.

Me gustan los desconocidos sayulitecas, una sonrisa y el grito en bicicleta de 'turista' bastan por un momento. Quisiera que las personas en mi vida tuvieran siempre el mismo efecto pero a veces creo que tienen justo el contrario, o quizás solo soy yo que le doy a las voces de mi cabeza forma de personas cuando me gritan 'turista' 'extranjera' 'ajena'. Y así es como se que mi cabeza lleva la delantera una vez más. Debe ser eso, y quizás no extraño a mis amigos y no tenga algunos pero ¿a quien le estoy escribiendo esto si no...?


lunes, 19 de agosto de 2013

Visit Sayulita V

Bitácora del Capitán. Día 5.

El yoga en el calor es diferente y me gusta. Me siento más flexible aunque menos resitente (unas por otras I guess). Hoy me salió una postura que nunca había podido hacer, y después de eso pude repetirla una y otra vez como si me hubiera sido natural siempre. Dediqué la práctica de hoy igual que hice con mis meditaciones en el retiro con el Centro Budista. Me siento bien y huelo a peras, pero no deja de llover desde la madrugada y eso no me gusta nada. (Sigo esperando la buena noticia)


Un instructor de surf y remo (el menos agraciado de todos) me llevó a una bahía apartada donde no había nada más que piedras y pelícanos y después de decirme que soy bonita con el menor ingenio o tacto posibles me prometió amarme y cuidarme hasta la vejez. Me dieron ganas de creerle aunque fuera feo, pero sobre todo me dieron ganas de que cualquier otro de los instructores me dijera la misma mentira. 


Se me ocurrió un cuento, acerca de un pueblo (muy parecido a este) donde el verdadero negocio y el verdadero atractivo turístico fuera que los más sensuales surfistas sedujeran a las gringas promedio, claro, -sin que éstas supieran que todo era una estrategia mercantil- para que así se corriera la voz de que ese pueblo (muy parecido a este y quizás con el mismo nombre) era un lugar para enamorarse y mujeres de todo el globo vinieran con la esperanza de ser seducidas por un hombre marcado como mapa y dorado como pez. Y el sueño se cumpliría siempre  y el turismo seguiría  llegando y el dinero seguiría entrando y el rumor se seguiría esparciendo y Sayulita (que se llamara el pueblo) sería la tierra del amor disfrazado de fraude. 


Habría que rotar a los surfistas edecarnes para evitar encuentros incómodos o intentos de segundas visitas que concidieran con una nueva clientela y sobre todo para evitar el desgaste, porque  enamorar y enamorarse cada vez, sería tarea difícil. Pero bien llevado y con una matrona organizada a cargo, todo podría salir muy bien (quizás lo que se me ocurrió no fue un cuento, sino una empresa) 


El sol no sale, pero creo que nadaré de todos modos. 

jueves, 15 de agosto de 2013

Visit Sayulita IV-bis (paréntesis noctámbulo)

Tengo miedo de dormir. Cuando mis vigilias son tan buenas como han sido las últimas mis sueños son todo lo contrario. En cambio cuando he tenido mis peores depresiones (que novedad) sólo encuentro comodidad y consuelo cuando estoy dormida y mi inconsciente se esconde en fantasías.
Vivo dos vidas que se intercalan.
¿Es esta la salud mental?

lunes, 12 de agosto de 2013

Visit Sayulita IV

Bitácora del Capitán. Día 4.

Ayer hicimos ejercicios de yoga para abrir el corazón y me dolió todo el tiempo. Pero luego salí a pasear con el corazón abierto y sonreí involuntariamente y hablé con los desconocidos. El pueblo muere en la noche como si la gente le tuviera miedo a la oscuridad y ante cualquier amenaza de lluvia (ha habido varias pero inconclusas) la gente se guarda a esperar el escampado como en Cien años de soledad.

Terminé mi recorrido en el mar, para llenar mi sonrisa involuntaria de agua y de los rayos que se anunciaban a bastante distancia pero que aun así alcanzaban a iluminar la playa. (recuerdo que he visto una escena similar antes y sospecho que los rayos me persiguen).

En Vallarta conocí a un violonchelista andaluz, que se juntaba con el guitarrista del puerto a tocar en un restaurante del malecón, en un balcón que daba a la iglesia. Se conocieron porque el andaluz vino a dar un concierto y tocó a Bach en el violonchelo. Al final del evento el porteño se acercó a felicitar al músico extranjero. La felicitación más sentida (como él mismo la llamo) que le habían dado al violonchelista en su vida, viniendo de un hombre que toca  la guitarra sin afinar 'para que la música suene como es'.


viernes, 9 de agosto de 2013

Visit Sayulita III-bis (paréntesis en servilleta)

Hoy rodé una bici roja  y me sentí un poco como una traidora, sobre todo por lo bien que me sentí -a pesar del incómodo asiento y lo bajo del manubrio- de volverme a subir al caballo. La cosa es que este no es mi caballo. Treintatreinta, mi fiel compañera de diez años y a la que tanto le escribí, ya no está conmigo. Un robo azaroso o un mensaje cifrado más del universo a cerca de estos diez años (ya lo decía mi psiquiatra) que no he logrado explicarme.

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Mis piernas rojas arriando una bicicleta también roja. Imagino otra vida en la que mis piernas siempre están expuestas y camino por este pueblo en donde todos saben mi nombre.

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jueves, 8 de agosto de 2013

Visit Sayulita III

Bitácora del Capitán. Día 3.

Sayulita es mejor en las mañanas, hay mas ruido y más cosas que hacer. En las noches la gente parece tener prisa de guardarse y los locales cierran temprano, aunque quizás eso cambie ya avanzada la semana.

Estoy leyendo un libro que empecé hace 10 años exactamente y que abandone hace 9 años 11 meses y 3 semanas. Ahora, esos 9 años 11 meses y 3 semanas no dejan de aparecer aleatoriamente en mi mente como si hubiera un mensaje cifrado en ellos que no alcancé a entender. En el libro, en todo caso, no viene el código.

Después de un masaje me prohibieron salir a la playa (que es lo único que se puede hacer aquí). Así que regrese a mi hotel a dormir un sueño de belleza embarrada de aceites que me prohibieron quitarme (maravillosas prohibiciones de las vacaciones). Dormí horas y horas. Tengo que dejar de soñar estos sueños.

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El mes está por terminar y no recibo la llamada que cambiará mi vida. Hace diez años fui al mar con el mismo libro tropical bajo el brazo y tras unos días allí, ya había decidido quedarme para siempre (ya hasta tenía empleo y asilo). Pero precisamente una llamada me avisó que mi papá había tenido un accidente. En vista de que mi decisión le importó un comino a la realidad emprendí el regreso.

Ese verano (lo he dicho antes) viaje al mar esperando cambiar mi vida, pero la vida ya tenía planeado cambiar para mi de todos modos, de regreso en la ciudad. Uno supondría que aprendí mi lección. Pero no, héme aquí, en el mar, leyendo el mismo libro, esperando que una llamada me cambie la vida
y creyendo, de algún modo, que esta vez, será para bien.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Visit Sayulita II

Bitácora del Capitán. Día 2.

Todo es mejor después del yoga.

Paseando por el pueblo y hablando con desconocidos me doy cuenta de que Sayulita es un pueblo sin nativos (quizás los pocos que venden 'artesanías' en la playa). Los dueños y trabajadores de hoteles, restaurantes y tiendas de surf y souvenirs son la mayoría de fuera, gente de ciudades cercanas (o países lejanos) que vino aquí (supongo) huyendo del ritmo de vida que tenían para poner una palapa junto al mar y vender pescado frito, comidas vegetarianas y trajes de baño de neopreno. Quizás un día la ciudad  me enloquezca más de lo tolerable y huya aquí a ser instructora de yoga o a poner una librería decente.

Fui a la playa e hice 'stand up paddle', que justamente se trata de eso, de remar parado en una especie de tabla gigante de surf. Pienso que el 'remo de pie', como el yoga, es una forma de meditación activa; para mantenerte de pie y avanzando se requiere un equilibrio que sólo es posible si estás completamente en el presente, imbuido en el momento y atento a tu cuerpo. Como en el yoga, la postura ideal se siembra en tu cuerpo en el primer intento y crece hasta que logras el dominio. Remar en soledad es imponente y relajante. Alrededor sólo el agua.

Pienso que hasta ahora, nadie me ha besado como el mar (tampoco nadie me ha revolcado igual).


martes, 6 de agosto de 2013

Visit Sayulita I

Bitácora del Capitán. Día 1.

En el mar conocí a un chairo al que hace diez años le hubiera puesto casa. Hoy, en cambio, no podía más que preguntarme si había forma de lamer el meridiano de su espalda sin mucho compromiso.

Venía desde Mexicali, con rumbo al sureste (como todos los de su clase) y era percusionista; el deleite de verlo no compensaba el martirio de escucharlo y seguí mi camino. Después de todo vine a que el mar (chaira que fui) se lleve lo que queda del dolor, no a sentarme en un desconocido.

Luego de nadar un rato en la parte olvidada de la playa fui al área con gente, donde vi hombres con cuerpos marcados como mapas, dignos de Beverly Hills 90210 en sus buenos tiempos... Había viejas igual de buenas, por supuesto, así que concluí que no importa a donde vayamos, los mortales nos apareamos entre nosotros.

No tiene ni seis horas que llegué a Sayulita y mi piel ya se pone marrón, esperemos que siga por ese rumbo. Por ahora, la calma y un libro me esperan, luego iré a tirar mi dinero en cosas que solo podré usar la semana que esté aquí.



jueves, 20 de junio de 2013

El viaje solitario

Escuchar cantar a David Byrne me llena, tanto como me perfora, el corazón. No se que extraña virtud sea esa, y no se si atriburila a las habilidades de Byrne como cantante, o a las de mi corazón como cuenco.

Leerlo me causa lo mismo. Porque si, el señor, no contento con ser cantante, compositor, artista multimedia (sea lo que signifique) y activista, también escribe. Yo no sabía eso hasta el pasado Día del niño (si del niño), porque mi hermana mayor me regaló el  libro de "Diarios de Bicicleta", en el que Byrne justamente describe sus andanzas ciclistas en varias ciudades de Estados Unidos y capitales de Europa.

La primera conclusión a la que llegué a las pocas páginas, es que envidio con toda clase de amargura la vida de Byrne (aunque para despertar mi envidia no hace falta más que la foto de un pay en facebook). Pero es que ese señor vive las maravillas del cliché del artista, del rockstar y del sueño americano combinados todos en uno y encima anda en bicicleta por el mundo con la mochila al hombro y la brisa acariciándole el cabello y todo el numerito.

Interrumpo aquí para decir que en caso de que haya dejado de notarse: Yo Amo A David Byrne (pero ya me han dicho antes que tengo extrañas maneras de demostrar amor).

La segunda cosa que noté me tomó más tiempo y más lectura. No se si estaba más concentrada o fue una de esas revelaciones que llegan como un soplo de viento, pero ayer que leia en mi cama me cayó el veinte
David Byrne siempre está solo...
El viaje del ciclista, esencialmente, es un recorrido solitario

Esa es la impresión que me dejó su diario de reflexiones ciclicas, que entre trabajo y trabajo y gira y gira y cita y cita David Byrne pasa mucho tiempo solo. Y me regresé a ver los agradecimientos, que ya había leído antes, y en los que clarito menciona a su novia Cindy quien le hizo comentarios a sus textos y lo acompañó en 'algunos viajes', y a demás en el libro habla de amigos, socios, colegas y otra gente que lo acompaña en sus tours, o a la que es él quien visita. Pero la cosa es que este libro es el resultado de horas de soledad. De fascinante soledad. De refrescante soledad, en la que nadie dicta el recorrido, (y la necesidad de compartirlo queda quizás solventada al escribirlo). Ese libro es posible gracias a la libertad de pensamiento que solo surge cuando nos negamos a los otros y de los otros.

En un momento, el cantante se despierta en su autobús de gira en una gasolinera en la frontera con Canadá y (como cualquiera de nosotros haría) se sube a su bicicleta y pedalea hasta llegar a las cataratas del Niágara. Y leyendo eso, llegue a la conclusión de que David Byrne tamién es un Shandy, esas criaturas que llevan a la vez nombre de cerveza y de personaje literario, y que Vila-Mata define como 'nómadas capaces de funcionar como una maquina soltera'.Esos seres musicales capaces de hacer arte portátil y de ser portátiles ellos mismos.

Y entonces pensé en mi (porque claro que este post se trata de mi, como todos los posts de este blog, no se confundan, ¿o de verdad creían que me iba a poner a hacer una reseña del libro?)

pero bueno, les decía
Entonces pensé en mi y en mi bicicleta (que se llama 30-30 como el caballo del vaquero itnergaláctico Bravestar) y en como si bien andar en bici ha sido en muchas ocasiones una actividad compartida:

* Germán jugando a Ben-Hur con las ruedas de la bicicleta, gritando "Romanoooos" tratando de tirarme en l terracería camino a casa de mis papás

* Los domingos en Reforma con Emilio, hacia la villa, o el centro, o mis intentos fallidos de hacer el ciclotón completo, en lo que él decidió llamar 'Las crónicas ciclotónicas'

* Ricardo cayéndose en cámara lenta en el Monumento a la Revolución después de tomarnos unas 'lagartijas' en lo que me tomaré la libertad de llamar ahora 'nuestra cantina'

* Mi papá diciéndome que no baje el pie, que no me caigo, que el equilibrio... mi papá cargando mi bicicleta azul de cuando era niña en la que, luego de mi, una generación entera ha aprendido a andar en bici... mi papá y, de no ser por él, de niña yo sólo habría leído y que horrible hubiera sido eso...mi papá diciéndome que el equilibrio y la bicicleta
...
Si bien andar en bici ha sido en muchas ocasiones una actividad compartida, siempre he pensado que su único defecto como medio de transporte (no como medio recreativo, como medio de transporte) es que no es una actividad social, a diferencia del car pool o el transprote colectivo, en la que estamos obligados a la convivencia (quizás no lo estoy viendo bien y este defecto sea más bien una virtud).

Y me acuerdo de una vez en que íbamos todos en el carro de Cristián 'la pelirroja' (ese era el apodo del auto no de Cristián) y cantábamos a los Doors, y pienso en todo lo social que tiene este acto, escuchar música en un sitio confinado, y en como en la bicicleta esto sería imposible. Ya violeta me ha regañado varias veces por usar audífonos mientras ruedo.
-¿Tu no escuchas música cuando vas en carro?
- Cuando voy en carro yo no soy mi propia carrocería

Pero ha sido así, con mis audífonos y en soledad, que he recorrido la calle que une Universidad con Revolución donde las jacarandas riegan el suelo hasta hacer una alfombra morada y donde he cantado a gritos 'Dont stop me now' frente a un semáforo ambar bajo la lluvia.

El del ciclista es, esencialmente, un viaje solitario 'introspectivo' le dice Byrne, y si, (juro que ya lo había pensado antes de que Byrne lo escribiera) es un recorrido por los recovecos de nuestra mente a través de los vericuetos de la ciudad. Una raza invisible (más visible y más abundante de un par de años para acá), el ciclista es, en toda la extensión,de la palabra, una 'máquina soltera', un viajero solitario, un poco intruso y un poco forajido, ¡un forajido les digo!... ninguna moda podrá quitarnos eso






sábado, 1 de junio de 2013

Inventario brevisimo

Erik era mitad gringo y nos gustaba a todas. Pero a mi más. A él le gustaba la niña mitad francesa del salón y yo no entendía porque no podía gustarle yo que total era mitad rusa. La mujer con la que se casó es una de las pocas a las que consideré excepcionales en el pueblo, pero también ellos se divorciaron y hace muchos años que no escucho ni sus nombres. Luego estuvo Jorge, y sus ojos no pueden ser ni remotamente tan bellos como yo los recuerdo pero no me importa. Le dije que me gustaba más de una vez y siempre como si cualquier cosa, como si pásame la sal, como si que le dijo una avioneta a otra avioneta. Pensaba que eso me separaba de las demás niñas. Pero a él no le tengo reclamos, él me enseñó a Olallo Rubio y a Fernando Delgadillo. También me quiso enseñar a Dios. En la secundaria fue Jesús que iba conmigo en el transporte de la escuela y siempre decía lo que pensaba. Era voluntario en la cruz roja y yo iba todos los años al desfile que hacían en el pueblo el 15 de septiembre, solo para verlo. No me rompió el corazón que fuera una jotaza irredenta, sino que el supiera que me gustaba por voz de una supuesta amiga, y se riera de su hazaña debajo de las gradas con los de la prepa. En MI prepa me enamoré intermitentemente de Pablo y Alois que más de una vez fueron en mi mente la misma persona. En la universidad el primero fue Cristian, Cristian y su estúpido gorrito y sus demasiados puntos suspensivos. Fue una mala idea Cristián.

Y hoy, hoy primero de junio del 2013 estoy otra vez soberanamente jodida
y no hay a donde escapar

viernes, 31 de mayo de 2013

Tenemos 30 años

        Para Samuel Arroyo y Cintia Rosales, mis amigos adultos

Le dije a Pachón que no mamara, que ya no estábamos para andarnos juntando con adolescentes, cuando me dijo que las nuevas adquisiciones de "la banda" tenían 18 años y eran estudiantes de nuevo ingreso de la facultad. "Pubertas" así les dije, y Pachón me dijo que no tenemos 30, que tenemos 29 y yo le dije que daba lo mismo y él dijo que no era para tanto. Pero a mi si se me hizo "para tanto" cuando terminé toda la fiesta hablando con uno de los pocos hombres que mis amigos habían invitado y resultó ser alumno de uno de mis mejores amigos. Y por supuesto que ellos no nos ven como "la banda", más como adultos mal logrados que sacan la casa para la fiesta. (de menos ya no vivo en un cuarto de azotea)

Lo de menos es que tengamos 30 y no tengamos hijos y tengamos empleos mal pagados y sin futuro, la sociedad nos perdona porque estudiamos literatura y decimos  por favor y gracias, y contribuimos a la sociedad un salario minimo a la vez, y aprendimos la lección. La cosa es que esto no era lo que esperabamos. Pensabamos que a estas alturas ibamos a estar en europa eligiendo el queso más azul y hediondo de nuestra charola de quesos azules y hediondos y bebiendo vino y burlándonos de nuestros antepasados, mientras escribíamos la novela que habría de cambiar al mundo. Pero quien iba a decir que el mundo no puede ser cambiado y que Europa se iba a volver la cuna de la desgracia económica y escapar al "Viejo Continente" se iba a volver tan difícil como indeseable.

Todo eso me hubiera gustado decirle a la señora que hace el aseo en la oficina el otro día, en el baño, cuando me preguntó que porque no me he casado. Así de huevos me dejó ir la pregunta, mientras yo acomodaba las nalgas en la taza y ella ponía jaboncitos en los lavabos. Yo traté de decirle con toda la convicción del mundo que porque eso no me interesa, que yo todavía tengo que escribir la novela que cambiará al mundo y vivir en otros países, pero na más le dije algo así como ¿y yo porqué? mientras ella me soltaba la letanía de como voy a morir sola y obesa, carcomida por los roedores.

¿Cómo iba explicarle yo a la señora que no? que yo nací para el aplauso, si yo no me casé (porque al parecer la cosa es así 'ya no me casé') es porque desde los quince años yo dije que no quería ni esposo ni hijos pero que lo que yo quería decir, sobre todo, era que no quería conformismos, y que me negaba rotundamente a tener un amor común y dominguero. Yo quería un amor extraordinario e intercontinental, como el de Beauvoir y Satre (aunque yo no había leído ni he leído ni quizás lea nunca a Beavoir y Satre), un amor como el de mi madre y mi padre biológico separados por el socialismo ¿o fue el capitalismo?. Un amor que hiciera a todos los demás creer en el amor pero sobre todo morir de envidia.

Pero no le dije nada de eso, no porque yo estuviera en el escusado y tuviera mucha prisa, sino porque cada día me creo más eso de que mi departamento bien ubicado no servirá más que de mi tumba, y de que mis mascotas se pelearan mi carne por no haberla endosado cuando tuve oportunidad. Y aunque quiero creer que he amado hombres extraordinarios, a mis 30 años no ha habido uno que no me haya dado alivio dejar o que me dejara... Así que a lo mejor eso que yo buscaba no existe, o era pedir demasiado, y lo más extraordinario a lo que puede aspirar uno es a un hombre que llegue a las siete y cuarto cuando dice que va a llegar a las siete y cuarto.

Así que tenemos 30 años y no estamos casados, y no tenemos hijos, y no escribimos la novela que cambiaría al mundo, o quizás si la escribimos y se pudre en los anales de la literatura independiente para que otros como nosotros la leamos y digamos 'si hay esperanza' 'no hay esperanza' 'yo lo pude haber escrito'. O quizás para que otros, como nosotros, pero más jóvenes, la encuentren y caigan en la trampa.

Mientras tanto a nosotros nos quedan los jueves de dominó y los viernes de quincena, y seguir adelante mientras todavía pensamos en secreto que somos mejores que todo esto, que nosotros si estamos predestinados al trinfo, y que si bien viene más lento de lo esperado, viene todavía y llegará el día menos pensado a nuestro encuentro.








viernes, 24 de mayo de 2013

El estrés en el radio

Ayer escuché en la radio que es imposible vivir sin estrés porque todos los animales estamos programados para sentir angustia en situaciones de peligro. Lo que sí es posible y más que recomendable es reducir el estrés al mínimo y dejar de vivir en angustia perpetua. Es decir, sentir estrés cuando TENGO que sentir estrés, cuando de hecho estoy frente a esta situación de 'peligro' que estoy programada para sobrevivir a través de tantos mecanismos de defensa corporales y no en la comodidad de mi hogar, parque o bar preferido.

Está bien sentir estrés cuando mi jefe me está gritando (y que ese estrés me impida gritarle de vuelta en un arranque y perder mi trabajo), pero lo que no está bien (es decir lo que no es saludable) es sentir estrés cuando le cuento a mis amigos la anécdota de como me gritó mi jefe cuando me estoy tomando unas chelas con ellos en la tarde. Está bien sentir estrés cuando se me atravesó un carro y apenitas alcancé a frenar, y no veo mal pintarle dedo al conductor una vez pasado el susto (fuera su culpa o no) más que como método de venganza, como mecanismo de relajación, pero justamente, relajarnos una vez insultado el susodicho y satisfecho nuestro instinto de respuesta.

Al doctor entrevistado (como me caen bien esos formatos de la radio) se le preguntaron los tres métodos más efectivos para reducir el estrés. (si si que bonito el yoga, y la meditación y que padre irse a la montaña y que chingón la dieta perfectamente balanceada, y que padre el zen y el arte y el espíritu santo) pero, ya en serio ¿Qué hacemos los mortales para bajarle a la neura cotidiana día con día?  Y lejos de dar una receta para la dicha, el doctor dio tres consejos que de hecho me resultaron bastante prácticos

1) Una caminata de 30 a 40 minutos 'es algo muy sencillo y que está al alcance de todos' y que es muy efectivo para reducir el estrés. Obviamente cualquier tipo de ejercicio ayuda a relajarte, (a menos que seas como yo que me la paso queriendo llorar en mi clase de capoeira), pero la caminata como ejercicio tiene la maravilla de no tener ninguna meta. No tienes que caminar más rapido ni con mejor técnica, ni tienes que seguirle ni adelantarle el paso a nadie, ni tienes que caminar una distancia determinada, ni tienes que caminar los 40 minutos de corrido. Se vale detenerse a ver los árboles (si los encuentras) a viborear a las señoras gordas de la calle, a fisgonear a las parejitas fajoneadoras. Se vale sentarse y hacerse pendejo y luego volver a empezar, se vale caminar derecho, o en circulos, o hacia atrás. Se vale decir 'al carajo con esto' hoy no se me hincha la gana andar caminando como babosa y tomar un taxi. Se vale todo.

(Mientras escuchaba la radio  extrañé muchísimo a Claudia, porque ella y yo caminábamos siempre, a todos ladosy a ninguno, caminábamos con hambre y con sueño y con frío y con exnovios y con llanto, caminábamos y caminábamos).

(Luego extrañé a mi abuela también porque a ella le debo, además de lo obvio, dos cosas esenciales: la necesidad de narrar, y el amor a caminar sin rumbo)

2) La segunda recomendación se me hizo más descabellada. No beber estimulantes: no redbull, no coca cola, no cafecito, no azucares procesadas, obvio no lsd ni cocaina. (Malo malo, estimulante malo). Aquí debo confesar que luego que se metió con la coca cola perdió mi atención por un rato, pero seguro dijo algo sobre obtener energía de fuentes naturales como no se, una chingada manzana y una buena siesta.

3) Capturó mi atención la tercera recomendación:  rodearte de gente que no te estrese, alejarte de gente que te estrese.
La conductora dijo que claro, que que bueno que era juntarse con gente que te entendiera, que te motivará, que te inspirara, que te llenara...
y el doctor entrevistado dijo 'juntáte con gente que no te maltrate'

y pensé en eso, en como cuando empezó a hablar de estrés yo me imaginé a jefes tiránicos, y ladrones al acecho, y en narcotraficantes y secuestradores, y en terroristas de alqaeda, y en la guerra nuclear y en el hambre en el mundo...
y no me cayó el veinte hasta que él lo dijo
de la cantidad de angustia y de dolor que dejamos que nos provoque la gente a la que amamos y supuestamente nos ama
y no me refiero necesariamente a nuestra familia innata, (a la que si bien es parte del paquete tampoco tenemos que perdonarle todo, se vale dar la espalda y seguir caminando, Se vale decir 'al carajo con esto'. )
Me refiero a la gente que escogemos para acompañarnos en la vida, la gente a la que le damos titulos tan fuertes y tan llenos de carga como el de 'mejor amiga' 'compadre' 'pareja'.
(No digo que siempre sea el caso) Pero ¿Cuántas veces no son las personas optativas en nuestras vidas con las que más nos sentimos obligados? y ¿Porqué no nos vamos?
se vale detenerse a ver los árboles
¿Porque no, cuando todo se ha perdido, cuando lo único que queda son rencores y gritos, hacemos una maleta, cerramos un cajón, borramos un teléfono y damos palante?

Se vale detenerse,  respirar profundo, contar del uno al diez,
extender la mano y decir 'el placer fue mío, buenas tardes',
se vale ¿no?
Quería terminar diciendo justo eso, que todo se vale, pero no, no. Quiero dejar algo claro, y aunque también creo que se vale sufrir,  no se vale, putisimamadre, NO  se vale ELEGIR EL SUFRIMIENTO,

osea, que estrés ni que estrés, esas son chingaderas...






















miércoles, 22 de mayo de 2013

La muerte del 'memorión'

En tiempos de Mahoma, en la península arábiga, se confiaba más en la memoria que en la escritura.

Antes de que el califa Umar ordenara la compilación y el registro de las azoras existentes, por temor a que los musulmanes interpretaran las revelaciones demasiado libremente y su pueblo terminara pareciéndose 'a los judíos o a los cristianos' el conocimiento de lo que es considerado la obra con mayor valor literario de la cultura islámica, estaba depositada (salvo por algunas inscripciones en piedras y pieles de camello) en la memoria de jóvenes aprendices y poetas.

Tan importante, y confiable era la transmisión oral del conocimiento, que el sistema gráfico de aquel entonces no contaba con vocales y carecía de un complejo sistema de puntuación o de acentuación, y las consonantes, más que formar palabras en sí mismas, eran una especie de recordatorio, de guía, para que aquel que conocía de memoria los versos, los recitara imprimiéndoles el tono adecuado.

Siglos antes, Cayo Tito ya decía ante el senado  romano su famosa cita 'Lo dicho vuela, lo escrito permanece', (Verba volant scripta manent), dando por sentado la necesidad de firmar contratos para establecer acuerdos. Un apretón de manos, un juramento, no tenía valor alguno si no había de por medio una firma. Había que materializar en la realidad física, en el papel, la piedra, lo que había sido creado en la realidad de las ideas.

El derecho romano, estaba basado en ese precepto.
El derecho islámico, en cambio, fue fundado sobre las bases de la tradición y el consenso. El libro sagrado del Islam, estaba mejor guardado en la mente de los jóvenes poetas y futuros imanes. Con la muerte de uno de estos jóvenes en batalla, se perdía una biblioteca.

Lo más probable es que estas dos realidades aisladas, no revelen nada sobre la forma de pensar de sus determinados pueblos, de los imperios que estos fundaron, pero quizás si nos digan algo sobre nosotros, quienes hemos sido, finalmente, quienes los han interpretado, a través de los textos, y de la memoria, pero sobre todo a través de los huecos en ambas, donde lo que hay más que un túnel es un espejo.

Con perdón de Cayo Tito, lo escrito también vuela y lo pronunciado también permanece, pero nosotros mismos, los eternos interpretadores, a lo largo de los siglos, y las eras, en realidad no cambiamos tanto...









lunes, 6 de mayo de 2013

Silbido arriero

Leí que en la antigua arabia se creía que los 'yinns' perdían a los camelleros en el desierto llamándolos por medio de silbidos.

Por eso, se enseñaba a los pastores y a los comerciantes a llamarse entre sí de forma diferente, distinguiendo su chiflido del de los yinns. Como el silbido de los yinns es un soplido de viento, el de los camelleros, al contrario, es una inhalación, fuerte, casi repentina, realizada al presionar los labios con los dedos. Se necesita ser muy distraido para confundir este sonido contundente, que rompe el vacío del desierto, con el soplo musical de los yinns.

Mi mamá me enseñó a chiflar así, en la fila para entrar al teatro. Y ese chillido de labios me ha conseguido siempre taxis, partiendo el silencio en mitad de la noche. Yo silbo, y como el de los yinns, mi silbido viaja a través de la soledad hasta que encuentra oído.

Un día, mi madre morirá, y una noche cualquiera, meses o años más tarde, yo pararé un taxi con mi técnica ancestral, y ni el taxista ni yo sabremos porque reviento en llanto de pronto
no sabremos porque la singular mecánica de este 'llamado-respuesta' me llena los ojos...
pero lloraré profusamente mientras balbuceo una dirección
y Allah lo sabe,
llegaré a mi destino.




miércoles, 17 de abril de 2013

Estimado Señor Vila-Matas (II)

Siempre me gustó el poema de Garric

Ese poema de Juan de Dios Peza en el que por primera (y última vez) escuché la palabra spleen.

Años más tarde, aunque con otro nombre, a mi me disgnosticarían spleen también.

Para curarse, los enfermos iban a ver a Garric,de quien decían  (pero que sabían ellos)  que era 'el más gracioso comediante y el más feliz'. Y la risa curaba a los infectos...

Pero esto lo sabe usted señor,porque yo he visto como usted lo sabe todo... como seguramente sabe también que Virginia Woolf oía a las aves hablar en Griego. Verá usted, señor, Virginia Woolf estaba loca como cabra,  y escribir le iba llenando el vaso, que tarde o temprano se derramaba por todas partes.
Su spleen no tenía nombre...

Luego gracias a otro libro, un libro suyo Señor, me encontré el nombre de otra enfermedad que -por una especie de Osmosis literaria- también iba a contagiárseme un día ...

Yo también soy un bartlleby

yo también tengo la 'pulsión del no'
yo también la irrelevancia y el silencio

y Usted Señor Usted
Usted es mi Garric
Solo usted  podrá curarme







viernes, 12 de abril de 2013

Estimado Señor Vila-Matas:

Yo también soy un bartleby.

Me volví traductora porque no tengo nada que decir

(nada queda que decir)

y así me doy el lujo de enunciar las palabras de otros

con mi lengua

martes, 9 de abril de 2013

Más variaciones sobre Peter Pan

No me gustan las hadas
la sutileza de las hadas
la risa de las hadas
las alas de las hadas

no me gustan sus vestidos
ni sus pretensiones

pero hay una cosa que entiendo de las hadas

yo también necesito aplausos para sobrevivir...

sábado, 6 de abril de 2013

calcíname...

...haz de mi culo el cuenco de tu cal

jueves, 4 de abril de 2013

Conejos que no volaron (o un pretexto más para hablar de mi)

                                                                                                        Para Claus

Yo ya no pude. Me cansé de los foros medio vacíos (medio llenos si fueran vasos) y de los públicos desconcertados. Me cansé de los apellidos 'experimental' 'amateur' 'posmo' o 'contempo'. Me cansé del Carlos Rossi, dios como me cansé del Carlos Rossi...

Me cansé de medirme con todos, de despreciarlos a todos, de despreciarme a mi misma en los ojos de todos.  Me cansé de tener veinte años y estar enamorada (del arte o del artista, que a veces parecían la misma cosa y casi siempre eran nada)

Me cansé de no tener la fórmula para el aplauso.

Y me fui.
Me fui porque ya no podía más.

Y me convertí en oficinista alegre, y me quité el calor agitando mi cheque quincenal en reuniones de poetas, y escribí un montón de poemas sobre porque ya no escribo, y no le dije a nadie...

Pero tu no te cansaste ni te cansarás nunca,y no se de que sirva, o si sirve de algo, pero se que tu te pareces más a la promesa que hicimos de nosotras mismas hace 10 años, hace 15 años, hace 100 años...

y no se si vuelas, o si has volado, o volarás un día

lunes, 1 de abril de 2013

¿Cómo hago para escribir el libro que quería y que sea importante?

Dejé de escribir porque me ponía triste, y ahora me pone triste acercarme a los treinta y no tener 'ni hijo ni árbol, ni libro'. No porque me interese reforestar o reproducirme pero si hubiera echo alguna de ambas al menos podría justificarme de no haber echo la tercera, que era la que me importaba. Pero en el camino de la literatura me ganó el peso de la trivialidad. La trivialidad de mi deseo me aplastó y no me atreví a cumplirlo aún cuando todo lo que necesité se fue colocando al alcance de mi mano.

Volver a escribir mi blog no es un nuevo intento encaminado a aquella meta, es un mero acto de nostalgia. Y también de hipocresía  Mi voz, lo que yo llamaba mi voz cuando escribía, y que se destacaba por su honestidad brutal y salvaje, se oculta bajo el nuevo rostro de una yo feliz que no quiero desmentir. Porque abandoné la literatura para ser feliz, no para estarme quejando, mucho menos para hacer un retorno estelar (que no sería posible porque me fui justo a tiempo de ser alguien)

Así que ahora soy nadie. Nadie se levanta muy temprano y tiene un empleo adulto y un sueldo adulto, que la hacen sentir adulta (y no va a mentir, eso le hacía falta y le da gusto). Nadie va a clases de yoga y de capoeira y dejó la carne de puerco y no baja ni un kilo (y se dice a si misma que no hace nada de esto para bajar de peso pero aún así de vez en vez la pone triste). Nadie estudia francés a veces, y anda en bici, a veces, y menos veces todavía, lee antes de dormir. Nadie no tiene novio, y le echa la culpa a que está gorda, pero quizás es que también es antipática... Nadie tiene muchos aliados y otras veces los mismos enemigos. Nadie es feliz a veces, y otras, esa otra que es más fuerte se apodera del cuerpo y  se arrepiente. Se reprocha haber escogido un otro camino, o no ser capaz de escoger ninguno, o no ser capaz de renunciar a todos los caminos. Se reprocha el tiempo sobre todo, y se pregunta, y todo lo que contesta, es siempre tan trivial...


viernes, 29 de marzo de 2013

Gravedad



Mi corazón no es una estrella
es un meteoro
que se arrancará de mi órbita
para impactar tu tierra

Centro de mesa

Tengo miedo de tus flores
de sus celos
de como se afilan los dientes
para beber mi sangre
y ofrendarte su sed

lunes, 25 de marzo de 2013

El latido de mi corazón y el fuego de mi intento

...Eso dijo mi maestro de yoga, empezandito la clase "Abran el pecho, relajen la espalda, contacten con su respiración. Tomen conciencia del latido de su corazón y el fuego de su intento". Entonces me acordé, que una vez, hace no tanto tiempo, yo regalé mi latido y mi fuego por algo a lo que bauticé "amor" por llamarlo de algún modo y a alguien que (y esta es la opinión pública) no se lo merecía.

Así, anduve muerta por dentro sin corazón ni intento, ni la más mínima intención de nada por un tiempo... bastante tiempo. Y lloraba mucho,  por lo mucho que me extrañaba a mi misma, y por lo lejos que estaba

Que habrá echo él, que no quería nada de mi, con mi fragmentos ya no tiene la menor importancia.

Un día, del hueco de barro que me quedaba en el pecho surgió un nuevo latido y una nueva llamarada, que ahora palpitan y arden cómo cometa y, como cometa quiere escapar
regalarse a falta de alguien digno
a cualquier imbécil por un rato

y no me importa
porque no importa cuantas veces me arranque de raíz esta nebulosa
cuantas más veces volverá a crecer

domingo, 10 de marzo de 2013


R. estaba panzón porque estaba embarazado del libro que prometió dedicarme.

Pescador


                      para I.C.
Hombre de mar
Hombre deriva
Encalla en mí  tu barca
Y duéleme

viernes, 8 de marzo de 2013

La sangre de los otros

Después de sólo dos años de trabajar en medios me he vuelto insensible al dolor ajeno. Es cuestión de supervivencia si lo piensas. Cuando llegué a trabajar aquí lloraba o gritaba con todas las notas que llegaban sobre muertos. Y eso que yo estoy aquí detrás de la computadora y no allá detrás de la cámara, o peor aún detrás del fusil.

En el tiempo que llevo aquí me he acostumbrado a ver videos de gente desangrándose por ahí, de gente colgada y/o desollada con los letreros más morbidos atados a su cuerpo (lo que queda de su cuerpo). Pero ya no cierro los ojos, ya no se me llenan  de lágrimas, solamente escribo "toma de cadáver resguardado por la policía" (JA, resguardado!!)

Curiosamente la nota que más me ha conmovido desde que llegué aquí no fue la primera que ví (el video que se volvió viral de los secuestradores amenazando con matar a sus rehenes) ni la más sangrienta, (escoja usted cualquier reportaje de medio oriente destinado a darle mala propaganda), ni la más lastimera, (niños en campos de refugiados a mitad del desierto rodeados de moscas con poca o nada de comida).

La noticia que más me ha conmovido desde que empecé a trabajar aquí fue un choque de tranvía en Buenos Aires. El vagón de atrás quedó practicamente incrustado en el que estaba justo delante. Una treintena de muertos, varias decenas de heridos, y un desaparecido. Fue el desaparecido. Nos llegaron varias notas de seguimiento de los trabajos de rescate, y una vez finalizadas las cuentas, faltaba uno. Familiares y amigos de la víctima, junto con algún otro incauto buscando luchar por una causa, exigían que las operaciones de rescate continuaran. Varios voluntarios colaboraban con bomberos y policías buscando a un estudiante universitario que se sabía iba en el tranvía, pero cuyos restos no habían sido encontrados.

Incluso ahora, la imagen de ese cuerpo solitario, de ese cadáver (ya nadie buscaba una persona) olvidado entre los escombros, hace que me de ganas de llorar. Lloré un montón ese día, varias veces, dándole play una y otra y otra vez (mi parte masoquista) a la entrevista con uno de sus conocidos, que se empeñaba en ayudar a buscarlo... a rescatar el cadaver del estudiante de la soledad y el frío

De eso hace ya más de un año y yo ya no lloro con las noticias (por cierto que ahora me acuerdo que siempre  le decía a Darío que yo no leía el periódico porque me ponía triste pero la verdad es que me daba flojera)

Pero hace tres días que murió Hugo Chávez, (sus restos no conocerán la soledad) y si su enfermedad, decaída y muerte no fueron suficientes para arrancarme el llanto, si lo fueron las ordas de dolientes viajando por el país (el continente) sólo para decirle adiós a su cadáver en llamas.

lunes, 4 de marzo de 2013

Los budistas dicen que la identidad estorba...

jueves, 28 de febrero de 2013

Hades


Me envolvió el sueño como una tristeza polar que ya conozco
luego estuvo el asunto del río Leteo, y el temor a beber de sus aguas y olvidarlo todo
y el temor de no beber de sus aguas y recordar todo a cuestas
La tristeza cayó como un telón
y así supe que no era mía

jueves, 14 de febrero de 2013

SV14


I´d rather ignore valentines with you
that acknowledge it alone

domingo, 10 de febrero de 2013

Museo

Quiero que mi culo sea un Modigliani

viernes, 8 de febrero de 2013

El pulso de Picasso

Breves y tristes cuentos
convertidos en tristes cantos
para besarte la garganta

Tensas y torpes cuerdas
convertidas en navajas
para llorar con los dedos

Redes y pulsos breves
para que la humedad de tus dedos
se hunda en mi




martes, 5 de febrero de 2013

¿Los taxistas también son personas?


Siempre que un taxista me tira el can (seguidisimo que me pasa) me vienen a la mente una serie de preguntas. La primera, obviamente, es ¿Si la opinión de los taxistas es confiable? la segunda, ¿Qué tanto status tiene la tirada de can de un taxista en el canon? (osea, es lo mismo que te perree un taxista a que te chifle un albañil, o vale doble?) y la tercera y más terrible pregunta que me hago (y que deriva en muchas otras)... ¿Esto es todo lo que me queda?  ¿he llegado al punto en que lo único a lo que puedo aspirar es a un taxista panzón, ligeramente mal oliente, torpe al hablar y para colmo desorientado? Lo que me lleva a una depresión terrible, que me obliga a pasearme por reforma a la hora de la comida para que mínimo me tire el can un godinez categoría intermedia.

Pero el otro día que el taxista me dijo 'estás muy guapa para ser mexicana' no supe muy bien como tomármelo (digo, decidí que era un halago porque ¿quién quiere empezar la mañana con un insulto?) pero por supuesto que el comentario disparó las alarmas de mi feminismo, nacionalismo, y mis otros ismos...

Aclaremos algo: en efecto tengo un ego muy grande, y me considero un regalo de Dios a los hombres, mujeres y árboles por igual... pero ni remotamente le debo eso a ser rusa, es más si tengo una remota idea de que hacer con mis caderas se lo debo a mi herencia latina y no a mi genética de puta eslava...(de la que tampoco me estoy quejando ;)

PERO QUE NO MAME!!! Alguien digame ¿Cuál es la respuesta correcta a ese comentario?

'Pues es usted muy exigente para estar tan feo-pa-pegarle-a-dios'

'Es usted muy racista para estar tan prieto'

'Es usted muy idiota para ser persona'

¿Cómo le contesto al baboso ese, sin caer en su mismo nivel de prejucio?

total que es mi culpa, si para eso me compré audifonos 'canceladores de ruido', ¿quien me manda a dejarlos en la casa?




domingo, 20 de enero de 2013

Y en la nueva vida ver pasar los trenes


Íbamos caminando por las vías. Siempre caminábamos por ahí, teníamos que. Nos deteníamos en casa de alguien, a comer, a ver películas, a dormir los unos sobre los otros. Íbamos caminando por las vías en silencio, sólo se escuchaban nuestros pies en la grava. Le dicen 'la escalera', a ese tramo que va hacia la carretera, en el que aún se pueden ver las vías, y dónde ya no se pueden abordar los autobuses. La mejor manera de pasar por ahí es en bicicleta, pero ese día caminábamos en silencio, y no se quien de ellos dijo que tenía que orinar, y yo dije 'ya mero llegamos' pero yo todavía no terminaba de hablar cuando él ya se estaba bajando el cierre de los pantalones y caminando hacia un arbolito, seguido de algún otro, mientras nosotras protestábamos y hacíamos caras, aunque nos daba lo mismo, y ellos ondeaban al aire con más orgullo sus miembros, que yo  para no ver me tapé los ojos, en una extraña y pudorosa reacción, aunque más tarde (quizás una parte de mi ya lo sabía), uno por uno, llegaría a ver los pitos de todos, el gran misterio.

Pero ese día, mientras regaban la tierra con sus meados y se retaban a alguna cosa relacionada al alcance o a la potencia, y nosotras nos reíamos y nos hacíamos las penosas, yo pensé que en ese momento nos estábamos convirtiendo en buenos amigos, en verdaderos amigos. Y como he visto que pasa en las películas, yo no entendí, hasta años más tarde, que ese era el clímax de nuestra amistad y no el inicio. Que ahí en ese instante, con sus pingas al aire y nosotras cubriéndonos el rostro, ahí mismo, era que eramos amigos, como ya no volveríamos a serlo nunca.

Muy poco después alguien sería novio de alguien, y un tercero cogería con una cuarta, y luego alguien se involucraría con quien no debe... y así, desde el primer momento en que un hombre y una mujer se sonrieron de otra manera, se dieron la mano con un nerviosismo impropio de alguien que se ha visto meando, que se ha oído roncar, desde que los celos son el sentimiento que todo lo vence, nuestra amistad estuvo condenada.


miércoles, 16 de enero de 2013

Secretarias de Tlalpan, Call centers del centro

No anduve con Nefta ni un mes. Y no fui muy buena novia. Lo conocí en el call center en el que trabajé un tiempo, a lo mejor anduvimos sólo para sobrevivir ese pequeño infierno.

Nos poníamos nombres falsos para contestar las llamadas, política de la empresa. El era Jason y yo Carrie, y sentía una baga y extraña conexión cada vez que uno de nosotros lo decía.
Hi, this Carrie, how can I help you?
(no creo que nunca hayamos ayudado a nadie)

El tampoco fue un muy buen novio que digamos. Tampoco fuimos malos el uno con el otro, sólo un tanto estúpidos, me acuerdo que era celoso, y yo me indignaba, pero por otro lado me gustaba todo lo que se movía...

Su escritorio estaba junto al mío, separado por un panel de esa cosa que parece madera. No podíamos hablar en todo el dia.

Una vez cogimos en el baño. El segundo piso estaba vacío los fines de semana. No me molestaba trabajar los fines de semana... podía subir los pies al escritorio.

Un día lo eché todo a perder como solía echar a perder muchas cosas en aquel entonces, no me acuerdo si Nefta renunció al call center antes o después de que termináramos, se que se fue a trabajar a otro y a otro, y creo que luego fue interprete y así...

Un día me corrieron de ese trabajo, (me gustaría decir que por una injusticia pero la verdad es que hacía todo mal). Para entonces ya salía con algún otro, sufría por algún otro, y contaba la historia del baño para darme importancia en las fiestas.

Nada, sólo me acordé... Es curioso, no me acuerdo, en lo absoluto, como era besarlo...

sábado, 5 de enero de 2013

Síndrome

Es como un superpoder a la inversa
es como si detectaras y absorbieras el desprecio de los otros (todos ellos)
 como si succionaras sus oscuridades en tus adentros
perdiendo tu energía con cada gota

miércoles, 2 de enero de 2013

Lo mismo de siempre

Hoy se me hizo tarde para mi clase de yoga, así que tomé una diferente. Cuando llegué me di cuenta de que la clase la daba el maestro que me gusta (no cómo maestro sino cómo pedazo de carne). Al inicio de la sesión nos preguntó si teníamos alguna molestia, malestar o padecimiento de algún tipo del que él tuviera que estar al tanto. (Y a mi me dieron ganas de decirle que nací con un soplo en el corazón y que el otro día que le pregunté a mi mamá ella me dijo que no se acuerda como fue que me dieron de alta, aumentando mis sospechas de que ese hueco no sólo no se cerró nunca sino que se hizo más grande). Le dije que de un tiempo para acá algunos ejercicios me lastimaban las lumbares.

Durante la clase, mi maestro (suspiro) estuvo muy al pendiente de mí y de mis lumbares, para ver que era lo que ocasionaba el problema e ir pensando en una solución ya fuese médica o yoguística y me explicó que a veces cargamos en las lumbares el peso que deberíamos cargar con otras partes del cuerpo. (Y a mi me dieron ganas de decirle 'a mi no me hables de dolor, si no vienes a salvarme').

También me dijo que a veces los malestares físicos son reflejos de problemas emocionales de los que no hemos tomado conciencia (y a mi me dieron ganas de decirle que tengo trastorno de pánico con síntomas de depresión y que voy a terapia y tomo medicamentos desde hace dos años y que el yoga, que empecé hace un año, es parte del tratamiento y que hay días en que funciona de maravilla y parece que estoy curada y que hay días, como hoy, que por más que trato 'mi condición' es más fuerte que yo misma y me siento igual que al principio, pero con la suma del cansancio de luchar contra esa sensación).

Conforme avanzaba la clase, además, a mi me empezaron a dar muchas ganas de que a la salida me preguntara cómo estaba, cómo me sentía, o si estaba bien, pero también me empezó a invadir una terrible angustia de que eso pasara. Me aterró la idea (como me aterran los humanos) de que se diera cuenta de que me sentía mal y al final de la clase se acercara y me diera ánimos y yo tuviera que fingir que los recibía.

Ya en el último ejercicio se acercó para corregirme la postura (grrr) y se dio cuenta de que había llorado. Me sonrió (y a mi me dieron ganas de decirle lo mismo que quise decirle al taxista  medio acosador que me dijo 'guapa, guapa, guapa, guapa' como veinte veces en media cuadra vacía ayer, o al otro taxista que una vez me persiguió por Churubusco invitándome un café mientras yo andaba en bicicleta, lo mismo que quisiera decirle a mis amigos cuando me dicen que todo va a estar bien, o a mis amantes cuando me hacen halagos respecto a mi personalidad y no a mi desempeño en la cama... 'no me sonrías con esa sonrisa sino quieres que te la arranque con mis garras').

Cuando me fui a recoger mis tenis me preguntó si me sentía mejor y yo dije 'Si, ya no me duele la espalda' pero todavía me dolía, y me siguió doliendo un rato, sobre todo mientras hacía fila para pagar el cable sin él.